- molafurg
En las manos de Dios > Lurima Alvarez
Atualizado: 14 de Out de 2020

La Covid-19 es un miasma que nos envuelve
y, como manto enlodado,
cercena nuestras cabezas.
Me representa, y representa a los innombrados
que una vez cruzaron las calles,
rozaron nuestros hombros y espaldas,
mezclaron sus sudores con los nuestros
en filas interminables de tiendas y mercados.
La Covid-19 es un miasma infiltrado,
enemigo que acecha
y se replantea nuestra existencia.
Ignora nuestras peticiones,
existe camuflada entre las sonrisas,
los encuentros fortuitos y desafortunados,
la multitud desenfrenada de cuerpos
que intentan guarecerse de la lluvia,
del hambre.
La Covid-19 se reproduce como plaga,
infecta nuestros pulmones, huesos,
piel, ojos.
Nos denigra, nos culpa
y se empodera con nuestra miseria,
pero una y otra vez la derribamos,
con el certero golpe de la piedra
que sesgó la vida de Goliat.
Médicos, enfermeras, profesores universitarios,
amas de casa, constructores, cuidadores,
hombres de campo, negociantes,
dependientes de cafeterías y restaurantes,
se convierten en fuerzas resistentes,
con sus mascarillas, guantes,
trajes y cascos protectores,
salen a combatir la afrenta.
Hoy, un cuerpo más se resiste y sale invicto,
un cuerpo menos perece y se torna innombrable.
Inclemente el virus que azota,
como la peste negra amedrentó a los indigentes,
malnutridos y desvestidos,
en calles escasamente recordadas
por los libros de historia
testimoniantes del horror de los cuerpos,
o por los narradores,
que añadieron una pizca
de sazón a sus deleitables narraciones.
Titulados o no,
los hombres se hallan en el camino del infortunio,
de una pandemia que se resiste a morir,
y que cada día gana más adeptos,
los incapaces de revertir su sino
y convertirlo en luz centellante.
La Covid-19 nos envuelve lentamente,
pero no nos asfixia,
nos salva el sacrificio de los hombres sensatos,
los bienaventurados representantes de Dios en nuestra tierra,
los héroes y heroínas cotidianos,
con sus almas bondadosas.